Al tener cuatro hijos escuchar las necesidades de todos, y especialmente las mías a veces parece misión imposible.
Sin embargo te quiero compartir un ejercicio que hago y que transforma las relaciones.Me tomo un momento con cada uno de mis hijos (no tiene que ser ni siempre, ni el mismo día, sino cuando mi ánimo y la energía lo permiten, sin embargo, está con prioridad uno) en el que me siento a escuchar con los ojos, los oídos, el olfato y el corazón.
Me preguntarás y ¿cómo se hace eso?
Comenzaré por el que me tomó un poco más de tiempo, el olfato , ¿has notado que el olor del cuerpo cambia según las emociones que tienen tus hijos? en algunos es más fácil de percibir que en otros, y definitivamente depende de que les gusten los abrazos y juegos de contacto.
Con los ojos, al mirar su postura, sus gestos, observa:
¿Qué tanto mueven las manos?
¿Sus ojos brillan con fuerza o están un poco perdidos?
¿Se quedan más bien quietos o requieren moverse?
Eso tiene relación con su tono de voz, su entonación se acompaña de las manos:
¿Qué emoción parecen tener? (quizás con los más kinestésicos es mejor hablar mientras camino porque me puede desesperar verlos jugar con todo lo que sus manos tengan al alcance).
🧏♀️ Antes de poder llegar al oído, es importante romper el canal con 'la loca' (así la llamo yo), esa vocecita que vive en la mente y quiere dar las respuestas a todo, que está mirando dónde hay fallas, que quiere cambiar el tema hacia lo que considera que es muy IMPORTANTE, que está pensando en lo que tengo que hacer después o lo que dejé de hacer, etc. Luego, es imprescindible abrir el corazón, el hacerlo como un acto consciente calla un poco a la loca.
Lo activo diciéndome a mí misma: "Me abro plenamente a entender los intereses de mi hija o hijo, me abro a escuchar y a mostrar con mi mirada apreciativa, mi escucha auténtica mi amor".
🗣 Y ahora sí a conversar, escuchando profundamente sus palabras, intentando comprender su mundo, el por qué le interesa tanto algo que incluso yo no entiendo ni valoro, intentando entender sus sueños y fantasías, buscando su motivación, admirando la grandeza de su ser y su corazón .
En el ejercicio de la conversación debo confesarte que debo hacer un esfuerzo por callar mis - por qué no lo haces de esta manera - y cambiarlos por ¿Cómo se te ocurre que lo podrías hacer? .
Callar el - no creo que debas hacer esto - y cambiarlo por ¿Cómo crees que te afecta esto que estás haciendo? (y sobre todo abrirme a aceptar sus respuestas) y todas las preguntas, juicios y sin fin de deberías que surgen en mi cabeza, a la jueza que habita tu cabeza .
Esa conversación la hago con el único objetivo de entenderlos , por lo tanto no espero cambiarles nada, sólo ver su grandeza, si tengo algo que me inquieta pregunto por el tema, con mente y corazón abiertos de par en par, lo que deja mi ego por fuera (o lo más que es posible para una simple mortal). Al terminar simplemente agradezco la conversación y surge un gran abrazo.
Escuchar con los ojos, los oídos, el olfato y el corazón es la forma de tender un puente entre nuestros corazones y los de nuestros hij@s.
Cuéntame en los comentarior qué fue más fácil y más difícil para ti.
Y si quieres compartir con otras mamás lo que experimentamos al realizar ejercicios como este, te invito a compartir en MamAldea, donde te conectarás con madres, expert@s y profesionales.